Pornografía y contaminación humana |
Ecología y desarrollo humano integral[8] |
Presenta la superficialidad, la irresponsabilidad, lo temporal y el libertinaje como modelos de comportamiento: hacer de todo con cualquier persona, tener muchas parejas sexuales, incluso sin conocerse. |
Propone la perseverancia para una relación llamada a madurar, y un compromiso de fidelidad y responsabilidad. |
Rechaza cualquier límite, porque a través del “zapping constante” [9] se obtiene todo y a todos/as los que se desea. Así, se responde inmediatamente a un deseo, pero nunca apaciguado, lo que construye una cultura del derroche, sustentada en una búsqueda temporal y enfermiza de placeres superficiales[10]. |
Acepta los propios límites y busca lo que realmente ayuda al propio desarrollo integral y armonioso, lo que da sentido a la vida. Apunta a “ser” más que a “tener”. |
Se produce un eclipse del tiempo, que impide la profundización del conocimiento, de la sana seducción y de la reflexión. Promueve la multiplicación de actores-productores (sexting, porno amateur), promueve una sexualidad de riesgo desde el punto de vista social y de la salud, y también comportamientos de riesgo on line (efecto de la desinhibición en un contexto de presunto anonimato). |
Educa al pudor[11], a la fidelidad, al discernimiento[12], a una sexualidad que respete los ritmos naturales[13]. |
Reduce a una visión técnica de la sexualidad: el acto sexual se convierte en una cuestión de números y/o performance, a menudo ansiosa (también porque la industria pornográfica recurre a diversas estrategias para hacer de las imágenes algo espectacular). |
Propone una sexualidad inscrita en el “fin unitivo” [14] del matrimonio, con sus facetas de sentimientos, ternura, afecto, seducción, complicidad, perdón y comunión. |
Hace que personas anónimas aparezcan como un bien de consumo, que tienen valor solo porque sirven para el placer individual, con un interés centrado solo en el cuerpo (convertirlo en objeto de narcisismo e hipersexualización). Esto se da a menudo de forma violenta[15], porque la violencia, la humillación y la violación se presentan como algo sexy y “normal”. |
Respeta siempre la dignidad de cada persona. “Aprender a acoger el propio cuerpo, a cuidarlo y a respetar sus significados” [16]. “Darse y recibirse”, que es precisamente una de las fórmulas de consentimiento utilizadas durante la celebración del sacramento del matrimonio. |
Promueve la libertad sexual total que, paradójicamente, conduce a la esclavitud de la adicción y la dependencia[17], a la inmadurez[18], a las heridas de la inconstancia y el aislamiento.La sexualidad de las pantallas, el cibersexo, podrá excitar pero, al final del día, es el rechazo del contacto de los cuerpos, de la Encarnación. Así, las redes sociales se convierten en “una amenaza para la verdadera red de relaciones de carne y hueso, aprisionándonos en una realidad virtual”[19].Causa dificultades en la capacidad de establecer relaciones saludables en la “vida real”. Este aislamiento progresivo causado por la pantalla y por encerrarse en una sexualidad virtual termina idiotizando a la persona[20], hace que uno sea “moral y personalmente insensible a los derechos y a la dignidad de los demás”[21]. Estamos insensibilizados, avanzamos hacia “una globalización de la indiferencia” [22]. La pornografía es una anestesia social en la época de “un individualismo libertino, hedonista, consumista, sin horizonte ético ni moral”[23]. |
Se esmera en buscar y encontrar la libertad en la unión. Propone la santidad de los matrimonios: “La santificación es un camino comunitario, de dos en dos”[24].Comprende la vocación de la persona humana a la relacionalidad[25]: somos seres en relación, todos colocados en un entorno que exige nuestra solidaridad, nuestra responsabilidad, con vistas al bien común de la sociedad. |
Avala una sexualidad antifamiliar[26] (promoción del adulterio, incesto, prostitución y enlaces a sitios de citas) y anti-vida (rechazo de la fertilidad). |
Promueve una sexualidad de pareja abierta a la vida. Hace de la sexualidad uno de los factores de “durabilidad” de la pareja. |